sábado, 26 de abril de 2014

Anécdota de un último día [K]

Hubiera pedido que me guardaran el secreto. Aquel puñado de palabras que me despertarían a una cruda y predecible realidad.
Probablemente todo aquello me hubiera ahorrado semanas y meses que gasté tratando de mantener en pie
un par de creencias que estaban destinadas al fracaso.

Lo nuestro, lo que hubo.

Terminará, como terminá cada día. Pretendía frenar al atardecer con peticiones repitiendose en mi cabeza.
"Avanza más lento, detente un segundo o dos, has durar un poco más esto".

Atardecer del quinto día. Se esfumaba, terminaba.

El cielo rojo y naranja marcaba nuestra hora de despedida.

"No quiero irme" le dije a ella.
"Yo no quiero que te vayas" me respondió.

La abracé por la cintura y nos acercamos sin pensarlo.

"Este será su último beso". Alguien que supiera el futuro podría haberlo dicho. "En este instante no me importa", le hubiera respondido.

No pensamos, no hablamos. Dejamos fluir aquel beso hasta donde el tiempo mismo lo permitiera.

Fue largo, fue irrepetible, fue extraordinario.